miércoles, 14 de noviembre de 2007

Estereotipos y clichés

ESTEREOTIPOS Y CLICHÉS.
Amossy, Ruth- Herschberg Pierrot, Anne
Buenos Aires, Eudeba, 2001

Capítulo 1. Historia de las nociones.
5. Estereotipos
El estereotipo comparte con el cliché su origen tipográfico.
Larousse (1875) define el sustantivo ("obra estereotipo") haciendo referencia al adjetivo: "Impreso con planchas cuyos caracteres no son móviles, y que se conservan para nuevos tirajes". En el siglo XIX, el sustantivo sigue estando vinculado a la referencia etimológica. La "estereotipia" designa; igualmente; el arte de estereotipar o el taller en el que se hacen estereotipos, pero la palabra también es utilizada de manera metafórica por F. . Davin en Ia Introduction aux etudes des moeurs du xix siecle de Balzac (1835) en relación con los escritores que "odiando las fórmulas; las generalidades, los fríos estereotipos de la vieja escuela (,:.], sólo se aferran a algunos detalles de individualidad, a• especialidades de forma, a originalidades de epidermis". Sin embargo, el participio pasado del verbo estereotipar, adquiere sobre todo un sentido figurado. Del sentido de "Impreso por medio de procedimientos de estereotipado", se llega a la idea de rigidez" Fig: Que no se modifica en nada, que permanece siempre igual." Encontramos, por ejemplo. en Dumas (Le Conte de Monte-Cristo, ,1846). la expresión "sonrisa estereotipada", que va a transformarse en un cliché de la novela romántica, así como la expresión "frase estereotipada", con acepción peyorativa, que retoma Larousse: "No podemos hacernos una idea de la influencia de las frases estereotipadas: son nuestra desgracia desde hace sesenta años" (Privat d'Anglemont). Volvemos a encontrarla en Renan (en L'Avenir de la science. escrito en 1848 y publicado en 1890: "Me parecen frases estereotipadas que no tienen sentido para mí") y en los Goncourt ("los sentimientos trillados y las frases estereotipadas", Charles Oemailly.1860). Balzac. en Le Pere Goriot (1834). había escrito a propósito de una conversación entre Rastignac y Mme de Nucingen: "Esas tonterías estereotipadas que usan los principiantes les parecen siempre encantadoras a las mujeres y sólo resultan pobres al leerlas en frío. El gesto, el acento o la mirada de un joven les agregan valores incalculables: Paralelamente al empleo metafórico, el sentido tipográfico del verbo sigue vigente en el siglo XIX. mientras que. en la actualidad ya no está presente (ya no hablamos de "volumen estereotipado" o de "edición estereotipada").
El estereotipo en el sentido de esquema o de fórmula cristalizada recién aparece en el siglo XX y se convierte en un centro de interés para las ciencias sociales desde los años '20 del siglo XX. EI publicista norteamericano Walter Lippmann fue el primero en introducir la noción. de estereotipo en su obra Opinion publique, en 1922 .. Designa mediante ese término. tomado del lenguaje corriente, a las imágenes de nuestra mente que mediatizan nuestra relación con lo real. Se trata de representaciones cristalizadas, esquemas culturales preexistentes, a través de los cuales cada uno filtra la realidad de su entorno. Según Lippman, estas imágenes son indispensables para la vida en sociedad. Sin ellas, el individuo estaría sumido en el flujo y reflujo de la sensación pura; le sería imposible comprender lo real, categorizarlo o actuar sobre ello. ¿Cómo examinar cada ser, cada objeto en su especificidad propia y en detalle sin vincularlo a un tipo o una generalidad? Semejante procedimiento, dice Lippman, sería agotador y prácticamente impensable en el transcurso de la existencia. Al no tener ni el tiempo ni la posibilidad de conocerse íntimamente, cada uno advierte en el otro algún rasgo que caracteriza un tipo conocido y completa el resto por medio de estereotipos que tienen en su mente: el obrero, el propietario, la maestra, el negro. De este modo, el empleado maneja sus relaciones con el empleador o el elector vota por un candidato que no puede conocer de cerca. Estas imágenes de nuestra mente son ficticias, no porque sean mentirosas, sino porque expresan un imaginario social.
Esta reflexión pionera dio lugar rápidamente a una cantidad de trabajos, principalmente de psicología social (ver cap. 2), que intentaron delimitar con mayor precisión esa noción ambigua. En un primer momento, en una dirección contraria a la de Lippman, los psicólogos sociales norteamericanos insistieron en el carácter reductor y nocivo de los estereotipos. Los ubicaron bajo una mirada peyorativa, siendo fieles a la acepción común del término. En la medida en que el estereotipo responde al proceso de categorización y de generalización, simplifica y recorta lo real. Entonces, puede provocar una visión esquemática y deformada del otro que conlleva prejuicios. En ese sentido se orientan , hasta nuestros días, muchas de las tentativas de definición:


"Creencias sobre las clases de individuos, de grupos o de objetos, que son preconceptos, es decir, que no responden a una apreciación nueva de cada fenómeno, sino a hábitos de pensamiento y expectativas habituales (...) Un estereotipo es una creencia que no se da como hipótesis confirmada por pruebas, sino más bien considerada, de manera entera o parcialmente equivocada, como un hecho dado." ( Jahoda, 1964. 694).

"Clichés, imágenes preconcebidas y cristalizadas, sumarias y tajantes de las cosas y de los seres que se hace el individuo bajo la influencia de su medio social (familia, entorno, estudios, profesión, amistades, medios de comunicación, etc) y que determinan en un mayor o menor grado nuestras maneras de pensar, de sentir, de actuar." (Morfaux, 1980: 34)

"Maneras de pensar mediante clichés, que designan las categorías descriptivas simplificadas basadas en creencias y en imágenes reductoras, por medio de las cuales calificamos a las demás personas o a otros grupos sociales, sujetos a prejuicios." (Fischer, 1996: 133)


Notemos de paso que el término "cliché" que aparece en algunas definiciones como sinónimo de estereotipo, no se va a retener en la práctica. Las insuficiencias del estereotipo son las que se ponen en principio en evidencia, tal como lo demuestra el comentario de John Harding en la Encyclopédie internationale des sciences sociales a fines de los años sesenta: el estereotipo es más simple que complejo y diferenciado, más erróneo que correcto, adquirido de segunda mano más que por una experiencia directa con la realidad que debería representar. Y además, se resiste al cambio (1968: 259). Sin embargo, Harding no dejaba de relativizar, como muchos otros antes y después de él, los reproches tradicionalmente dirigidos al estereotipo. Desde los años cincuenta, muchos psicólogos sociales norteamericanos, o inspirados en las investigaciones norteamericanas, cuestionaron los criterios de desvalorización del estereotipo. Sin lugar a dudas, constituye un juicio no crítico, un saber de segunda mano, pero - señalan- lo mismo sucede con una porción importante de nuestros conocimientos y creencias, como por ejemplo que la Tierra gira, o que Cristóbal Colón descubrió América. El estereotipo está cristalizado y es rígido, pero la mayoría de los conceptos y de las creencias compartidas, ¿no dan muestras de una gran estabilidad que les impide ser fácilmente modificadas? El estereotipo esquematiza y categoriza, pero esos procedimientos son indispensables para la cognición, aún cuando conduzcan a una simplificación y una generalización a veces excesivas. Necesitamos relacionar aquello que vemos a modelos preexistentes para poder comprender el mundo, realizar previsiones y regular nuestras conductas.
Blanco de las más severas denuncias, el estereotipo se transforma, de este modo, en objeto de una rehabilitación que permite apreciar sus funciones constructivas, y se proponen definiciones alternativas que buscan relativizar o neutralizar los aspectos desvalorizados del fenómeno:

"Conjunto de creencias relativas a los atributos personales de un grupo humano. En razón del desacuerdo sobre la cuestión de la rigidez o la justeza de los estereotipos, una definición general de este orden ofrece un punto de partida razonable para la investigación." (Stroebe e Insko, en Bar-Tal, 1989: 5)

"Creencias compartidas relativas a las características personales, por lo general, rasgos de personalidad, pero también con frecuencia comportamientos de un grupo de personas" (Leyens, 1996: 12).

Esta reevaluación, que se acerca en gran medida a las posiciones que sostenía Walter Lippman en 1922, nunca sustituyó completamente la apreciación peyorativa. Curiosamente, coexiste con ella desde hace varias décadas. En esta perspectiva, podemos hablar de la bivalencia constitutiva de la noción de estereotipo en el pensamiento contemporáneo ( Amossy, 1991).
Ya sea tomándolo en un sentido peyorativo o neutro, las ciencias sociales hacen del estereotipo un concepto bien definido que permite analizar la relación del individuo con el otro y consigo mismo, o las relaciones entre los grupos y sus miembros individuales (ver cap. 2). Han aparecido otros usos científicos, en particular en las ciencias del lenguaje , que ven en el estereotipo una representación simplificada, asociada a una palabra. En el uso corriente, sin embargo, el término estereotipo continúa generalmente designando una imagen colectiva cristalizada, considerada desde un ángulo peyorativo: el viejo judío avaro, la niña pura e inocente, el científico distraído. Con frecuencia se lo asimila al cliché, cuando se insiste en su carácter trivial, su carácter automático, reductor. El uso vulgar coexiste con el uso erudito que va más allá de la cuestión de la falta de originalidad, para plantear en toda su profundidad la de las mediaciones sociales y la comunicación.

No hay comentarios: